A diferencia de otras fibras vegetales, el cáñamo requiere significativamente menos agua que otras fibras textiles vegetales. Además, el cultivo de cáñamo protege y mejora la calidad del suelo, ya que sus raíces profundas previenen la erosión, aportan nutrientes y promueven la fitorremediación, un proceso en el cual las plantas limpian y revitalizan los suelos contaminados, fomentando así la biodiversidad en las áreas donde se cultiva.

El cáñamo es también altamente eficiente en la captura de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, absorbiendo más CO2 por hectárea que la mayoría de cultivos, lo que lo convierte en un aliado crucial para la estabilidad climática. Al ser completamente biodegradable, el tejido de cáñamo no contribuye a la contaminación por microplásticos, un problema creciente en la industria de la moda actual asociado con los tejidos sintéticos.